Los que me siguen saben que suelo defender la labor de los inversores. Desde Business Angels a Private Equity, y todos los tipos de Venture Capital (VCs), hacen una labor fundamental en el ecosistema de emprendimiento y startups, en función de la etapa en la que trabajan. Siempre que el emprendedor esté bien asesorado y sepa en qué consiste el juego, eso sí, porque si eres un pardillo te la intentarán colar.
Pero como en todos los sectores, hay ovejas negras. Y en este caso son especialmente peligrosas porque tienen mucho poder, y pueden destrozar a los emprendedores, aprovechándose del desconocimiento y la falta de asesoramiento de calidad, y de la necesidad de muchos emprendedores que, con tal de conseguir dinero para su proyecto, están dispuestos a vender su alma al diablo.
Entre los inversores malvados hay 4 grandes categorías que generan distinto nivel de daño a los emprendedores, de “malo pero poco” a “malvado nivel psicópata de película de Marvel”:
1. Los falsos inversores
Son personas o empresas que se hace pasar por inversores, sin serlo, para captar la atención de los emprendedores y del ecosistema. Los hay casi inofensivos que lo hacen por ganar seguidores y estatus, y luego están los más sibilinos que buscan atraer emprendedores para venderles servicios.
Una amiga me contaba:
“Hay alguien muy conocido que hace poco publicó que estaban lanzando un fondo y hablaba del éxito de las inversiones anteriores, y cuando los contactas, resulta que te cita con sus vendedores para ver cuáles de sus servicios te pueden enchufar. A la pregunta de….¿Vale y el fondo? Que era de lo que íbamos a hablar, la respuesta fue: “bueno, tenemos un listado muy top de Investors desde Angels hasta VC’s que le proporcionamos a nuestros clientes, pero no intervenimos en nada, es decir no participamos en levantar la ronda”.
También hay consultoras, agencias y hasta escuelas que se disfrazan de incubadoras o VCs por la misma razón: captar clientes.
2. El inversor wannabe
Este parásito podría parecer inofensivo porque solo te roba tiempo y energía, pero el tiempo es valiosísimo para un emprendedor, y perderlo puede significar matar su proyecto, así que conviene tomarlo en serio.
A este tipo le gustaría invertir en startups, pero no sabe cómo funciona el ecosistema, y organiza reuniones sin fin con emprendedores en ronda para preguntar mil millones de cosas y pedir material adicional de todo tipo: informes, análisis, estadísticas…
Les fascina todo lo que rodea a las startups, pero son un ladrón de tiempo tremendo, y en la inmensa mayoría de los casos luego no invierten porque se asustan o comprenden que eso no es para ellos. También los hay que lo que buscan no es invertir, no tienen intención real de hacerlo, lo que quieren es aprender a costa de los emprendedores.
3. Los inversores aficionados
Son la evolución del inversor wannabe: inversores no profesionales, que no conocen el ecosistema ni su funcionamiento pero que quieren invertir en startups atraídos por el glamour y los altos beneficios, y que intentan aplicar reglas del juego que no funcionan en este sector. Un caso clásico es el exigir porcentajes de equity desmesurados a cambio de su inversión.
Cualquier cosa que supere el 25% es una locura, y yo he visto gente pidiendo el 50% o incluso el 80% en alguna ocasión. Un sin sentido, pero si el emprendedor es novato y está desesperado, en ocasiones acepta. El resultado siempre es el mismo: la startup cerrará y se perderá todo el dinero.
En ocasiones estos inversores aficionados pueden tratar de pedir al emprendedor garantías personales, o intentarán demandar al emprendedor para rascar algo, etc.. En general, son una lacra para cualquier emprendedor, porque con ellos será imposible hacer futuras rondas, y son una pesadilla constante: se meten en la gestión y dan mucha guerra con consejos inútiles la mayor parte de las veces. El problema es su desconocimiento de cómo funcionan las startups y por qué, pero el daño que hacen es enorme.
4. Los inversores psicópatas
Estos últimos son los depredadores más peligrosos: son inversores, son profesionales, y saben perfectamente lo que hacen. Su único objetivo es ganar (mucho) dinero, y no les importará pisar a quien sea, incluidos los propios emprendedores en los que invierten, para conseguir sus objetivos.
Se les conoce porque intentan obligar a los founders a aceptar cláusulas abusivas que van contra sus propios intereses. Quieren aumentar su cuota de Equity al máximo, pero saben que el mercado no acepta porcentajes superiores al 25% y eso lastraría rondas futuras, así que lo intentan por otras vías: cláusulas anti-dilución en rondas futuras, múltiplos de valoración (desde por 1,5 hasta por 3) para sus acciones cuando llegue el exit, derechos de veto en futuras rondas y en contrataciones clave…
Cuando las cosas van bien, serán los mejores amigos del emprendedor (quizá demasiado, porque tienden a intentar meterse en la gestión “porque yo sé de esto, que veo muchas startups todos los días”), pero en cuanto la cosa se tuerza (y siempre se tuerce) saldrá su verdadera naturaleza.
Hay casos de todo tipo, pero la idea es simple: utilizar las cláusulas firmadas en el pacto de socios para joder al emprendedor y quitarle hasta el último euro, presente o futuro. Vetos de futuras rondas hasta que aceptes diluirte al precio que ellos imponen, operaciones acordeón, sacarte de la gestión, forzar una venta a derribo para obtener un beneficio por otro lado o con una operación no relacionada… he visto y escuchado de todo.
La solución para evitar a estos 4 inversores tóxicos es: formación, preguntar al ecosistema, y contar con asesoramiento legal especializado. Todo ello lo tienes disponible en nuestro Curso de Finanzas para Emprendedores, que ya lleva dos ediciones de éxito y que ya tiene abiertas las listas de espera para la tercera edición.
Aquí puedes leer la primera entrega de esta serie, dedicada a las malas incubadoras de startups, y aquí puedes leer la segunda, que trata de los cursos para triunfadores. Próximamente, la cuarta entrega con más parásitos del ecosistema.