Seguro que conoces el famoso sesgo del superviviente, que según Wikipedia “es la falacia lógica que consiste en concentrarse en las personas (…) que superaron un proceso de selección, pasando por alto a aquellas que no lo hicieron, típicamente por su falta de visibilidad”, lo que «puede llevar a conclusiones falsas”. Pues con el emprendimiento ocurre lo mismo: existe un tremendo sesgo del superviviente que hace que la visión pública de emprender esté totalmente distorsionada y disociada de la verdadera realidad del emprendedor.
El problema está en que solo escuchamos a los emprendedores que triunfan (lo de triunfar lo digo con algunos matices, como veremos en seguida). En los medios, en las redes, en podcast, en eventos, es casi unánime: se publican las historias de emprendedores que han vendido sus empresas, o que han cerrado una ronda, o que han lanzado algo innovador y muy relevante… o que prometen que lo van a hacer, que esa es otra, pero para el caso es lo mismo: solo salen aquellos a los que les va muy bien.
Y sobre esto de “triunfar” tengo tres matices.
Matiz 1: solo se habla de los que les va muy bien en un momento concreto de su trayectoria, porque eso puede cambiar, pero si cambia no lo sabremos nunca porque no se volverá a hablar del tema. Es decir, sería una foto fija de un momento muy concreto.
Matiz 2: conseguir una ronda no significa ni mucho menos triunfar, pero sí es verdad que conseguir financiación y que haya inversores que confíen en ti se considera en cierto modo una validación del proyecto y el equipo, aunque luego esté todo por demostrar y solo sea un paso más en el camino.
Matiz 3: algunas veces no se habla de emprendedores que triunfan de verdad, si no de los dicen que les va muy bien y cuela, porque los periodistas y medios no conocen bien el tema, o no tienen tiempo ni recursos para comprobar la verdad. Pero esto lo he visto mucho: triunfadores sobre el papel que en realidad están pasando penurias sin fin. Gente a la que el “fake it till you make it” se les ha ido de las manos, y algunos que hasta terminan por creer sus propias mentiras.
La disonancia cognitiva del emprendimiento cuqui
El caso es que las empresas solo comunican buenas noticias. Y por tanto, son esas buenas noticias las que copan titulares en los medios y likes en las redes sociales, generando la sensación de que a la mayoría de las empresas les va muy bien. Sólo escuchar a los emprendedores que triunfan proporciona una imagen distorsionada de lo que significa emprender, y de los retos que supone.
Es como vivir en el mundo de la Barbie y el Ken emprendedores, un mundo de azúcar donde todo es posible, y fracasar es solo un paso en el camino. Puro bullshit, claro.
Entre que los emprendedores solo cuentan las cosas buenas, y que los medios solo dan espacio normalmente a los que les va bien, la sensación del público alejado de este mundillo es clara: emprender mola mucho, se gana mucha pasta, es divertido, y conseguir financiación es facilísimo porque le dan pasta a cualquiera que venga con una idea original o innovadora. Y será por ideas, ¿verdad? 😉
De hecho, ni siquiera hace falta formarse para emprender, porque oye, lo importante es fracasar, así se aprende. ¡Si hasta fracasar es genial, tú sigue fracasando hasta la derrota final que habrás aprendido mucho por el camino! 🤦🏻♂️
Incluso yo, que estoy metido en el barro hasta las rodillas desde hace décadas, a veces me sorprendo con lo que veo y me pregunto si estoy haciendo las cosas mal… ¡Es que parece que vivamos en el mundo de Barbie y Ken! (Mejor dicho, en el mundo de muchos Ken, y alguna que otra Barbie).
Reportajes fotográficos que parecen de revista de moda (y en muchos casos SON de revistas de moda), timelines de Instagram que no sabes si son de estrella del rock o de una actriz de éxito o un modelo… Emprendedores derrochando sonrisas, vacaciones, sitios idílicos, oficinas impresionantes, eventos chiripitiflaúticos… Y luego nos extraña que veamos por doquier “cuquipreneurs” lanzando al mercado gilipolleces de lo más variado o dando consejos de todo a cien en LinkedIn o en eventos, sin ninguna validez.
La cruda realidad: las miserias de emprender
Pero, ¿es eso cierto? ¿Es ese matrix real? Obviamente no, ni mucho menos. Porque cuando te decides a tomar la pastilla roja y te sumerges en el emprendimiento real, se cae la venga de los ojos y todo el algodón de azúcar y el rosa desaparecen de golpe dejando ante ti un escenario más parecido a Mad Max que al mundo barbitúrico de Ken Entrepeneur.
Quizá decir que les va mal a la mayoría de las startups es exagerado, pero sí creo poder decir sin temor a equivocarme que a la mayoría no les va bien, por mucho que haya algún estudio triunfalista que diga lo contrario.
Conozco personalmente a muchos de los protagonistas de esos reportajes y de esas stories, y ellos mismos me confiesan en privado sus problemas personales, bajones (o incluso depresiones), dudas, miedos, etc.. Por cierto, mi agradecimiento aquí al gran trabajo que hacen en Ancla.life para ayudar a los emprendedores con problemas de salud mental, y mi enhorabuena por haber fichado como CEO a la gran Carlota Mateos, profesora y miembro fundacional de Startups Institute.
Por no hablar de problemas los profesionales, que son incontables: las ventas no tiran, el talento se me escapa o no lo atraigo como necesito, la ronda que no llega, el dinero que se acaba, los riesgos legales, los meses o años sin cobrar…
Es curioso porque en cualquier reunión, formal o informal, el emprendedor de primeras te contará que le va todo genial. Pero si haces las preguntas adecuadas, empatizas y generas confianza, pasados los primeros 20 minutos te contará la verdad. Quizá no toda, pero sí una parte, y entre lo que dice y lo que se intuye, podrás conocer la realidad.
Son muy pocas las empresas que crecen como estaba previsto, y casi ninguna lo hace sin haber pasado por distintas crisis. La mayoría sufren para alcanzar el product market fit, para vender, para escalar, para captar y retener talento, para conseguir inversión, etc.
Pero de todo eso solo se habla en privado, con los amigos cercanos, incluso apenas se cuenta dentro del sector, porque los rumores vuelan y nadie quiere ser señalado como un loser. Dar la impresión de triunfador es vital para conseguir visibilidad, contratos, clientes, inversores interesados…
La inmensa mayoría silenciosa: los emprendedores que no triunfan
Pero eso queda para unos pocos. Los que tienen recursos para invertir en PR, o saben jugar a ese juego y le echan jeta a la vida. Pero la inmensa mayoría de emprendedores, lo que no juegan a las grandes startups, o se sienten mal maquillando las cosas para parecer más de lo que son, son la gran mayoría silenciosa.
Son esos emprendedores que están centrados en trabajar, no en comunicar. En seguir validando hipótesis, buscando canales, seguir mejorando su producto o buscar clientes, en hacer crecer su facturación o en buscar el talento adecuado.
En silencio, mirando con pasmo cómo unos pocos se llevan los laureles y salen en los medios vestidos como para una boda. Y quizá en algunos casos maldiciendo por lo bajo porque haber elegido un camino plagado de espinas, habiéndose dejado llevar por una imagen idílica de emprender que era totalmente falsa.
Lo que no saben es que incluso los que están en el escaparate, los que aparentan triunfar, están también sufriendo lo indecible.
No digo que emprender sea heroico ni nada parecido. Pero deberíamos replantearnos la imagen que le damos al mundo sobre lo que significa emprender, y saber explicar mejor nuestras miserias, porque contar que esto son los mundos de Yupi lleva a mucha gente a plantearse emprender, de forma equivocada. Se ponen a parir ideas y diseñar power points, y a intentar convencer a inversores para que les pongan pasta, sin tener ni la experiencia ni la formación adecuada. Y el resultado ya sabemos cuál es: otro drama humano de gente frustrada y que, en algunos casos, pierde hasta la camisa.