En octubre del año pasado publiqué un artículo llamado «Una historia de Halloween sobre una scaleup española cuya situación da miedo«. En él, recogía comentarios e historias de tres fuentes distintas de mi confianza, todas coincidentes en el fondo de lo que estaba pasando en la empresa y con información muy concreta y fiable. Aunque podía haberlo hecho, no publiqué el nombre de la empresa para no hacer más daño ni perjudicar ni a la empresa ni sobre todo a los empleados, que no tenían ninguna culpa.
Mi objetivo con ese artículo era únicamente llamar la atención sobre malas prácticas empresariales y lo peligrosas que son, y que los afectados (los propios fundadores y los accionistas) pudieran tomar medidas correctoras para salvar la empresa. Unas cuantas personas (muy pocas) me lo han afeado por ir en contra del sector, cuando es precisamente al contrario: yo creo que a las manzanas podridas hay que señalarlas y sacarlas del cesto lo antes posible para no mancharnos a todos. Nunca he sido amigo de un corporativismo mal entendido que lo único que hace es proteger a los que hacen las cosas mal.
El caso es que desde entonces no paran de llegarme historias «chungas» sobre muchas scale ups españolas. Es como si me hubiera convertido de repente en el Bob Woodward (o Carl Bernstein, tanto monta) de las startups españolas 🤣 , y decenas de pequeños «gargantasprofundas» me quisieran usar para dar a conocer los supuestos desmanes de ciertos emprendedores.
Me han llegado rumores y comentarios de muchas, muchas empresas, la mayoría de ellas scale ups que levantaron en su momento importantes rondas y ahora, por una razón u otra, están teniendo problemas, en algunos de los casos ya publicados por distintos medios con mayor o menor acierto y detalle. En otros casos son historias que pasan bajo el radar de los medios hasta que ya es demasiado tarde.
Fracasar para una scale up es lo normal
Pero tanto si lo que me cuentan es cierto como si no, creo que va siendo hora de poner un poco pie en pared, y diferenciar claramente entre una mala racha o un fracaso, que es algo absolutamente normal, y algo como lo que denunciaba en mi post del año pasado, donde había mimbres de fraude, administración desleal, bulling a empleados y muchas cosas más.
Todos debemos entender que el hecho de que a una startup o scale up le vaya mal, no cumpla objetivos, tenga que pivotar, tenga que despedir o incluso cerrar en última instancia, es algo absolutamente normal y en absoluto reprochable.
De hecho, según las estadísticas, ya no es que sea normal, es que es lo lógico: si en las startups el 90% fracasan, en las scale ups el número de fracasos supera el 60%. Por eso a nadie debería extrañarle que una scale up no alcance sus objetivos, pivote, o tenga que hacer un ere.
No me veréis a mí criticar a nadie en esas circunstancias, para empezar porque yo mismo las he sufrido muchas veces. El problema surge cuando, en plena situación de crisis, los emprendedores y/o directivos pierden la cabeza, y empiezan a hacer cosas raras, o incluso ilegales.
Yo entiendo que en muchos casos hay que tirar del famoso «fake it till you make it», o que hay edulcorar las historias para no perjudicar la imagen de la empresa para siempre, y que pueda recuperarse de un mal momento. Pero cuidado, porque la línea entre edulcorar o maquillar y mentir descaradamente es muy fina. Y entre mentir, y meterte en un lío legal por fraude o administracion desleal, también. Porque una cosa es no contar abiertamente que tienes problemas, siguiendo los dictados del Arte de la guerra de Sun Tzu, y otra muy distinta engañar a accionistas, empleados, proveedores, clientes, etc..
Casos de fraude y malas prácticas tenemos en EEUU, y también en España, y hacen un mal tremendo al sector, y por eso creo que hay denunciarlos públicamente. Pero con pruebas y fuentes fidedignas, no basadas en rumores.
Haters, rumores, envidias y el teléfono escacharrado
Y es que aquí entran en juego también la rumorología y la envidia. El otro día en una comida familiar me preguntaron por un amigo emprendedor, porque en el pueblo había rumores de que a una de sus empresas le iba muy mal, había cerrado, o al menos estaba en concurso de acreedores. Todo ello era falso, claro, como me confirmó mi amigo al día siguiente entre risas.
El origen del rumor en este caso era, posiblemente, debido a unos despidos que tuvo que hacer la empresa hace unos meses, y que dejaron algunas heridas abiertas en los afectados. Y también el hecho de que a mi amigo le ha ido genial como emprendedor, ha conseguido varios exits multimillonarios, y no esconde su éxito. Es decir, el rumor nacía en parte de gente molesta, pero también de importantes dosis de envidia acumulada durante años.
Pero no solo lanzan rumores ex-empleados descontentos. Puede haber muchos otros «enfadados»: un proveedor al que has rechazado, un partner con el que la cosa no salió bien, un ex-socio con demasiado ego que te tiene envidia, o incluso la (mala) competencia. Algunos de esos pueden llegar a convertirse en verdaderos haters que intentarán hacerte la vida imposible por todos los medios, desde intentar malmeter con tus socios, tirar de amenazas o manipulación emocional, hasta poner publicidad de su marca cuando alguien busque a tu empresa. De todo he visto.
Y a esos rumores, malintencionados o no, habría que sumarle el efecto del «teléfono escacharrado»: alguien comenta que hay despidos en una empresa, alguien lo escucha y cuenta luego que a tal empresa le debe ir muy mal porque está haciendo despidos, y en cuatro o cinco pasos más el emprendedor puede ser culpable de la muerte de Kennnedy. 😅
Todo esto afecta de manera especial a muchas scale ups, que son carne de cañón de rumolorogía y de exageraciones e incluso mentiras interesadas, por su propio idiosincrasia.
Por un lado, son empresas con una enorme exposición pública. Los medios recogen sus rondas de financiación, se entrevista a los founders en todo tipo de medios y se les invita a eventos, se hacen rankings y listados de futuros unicornios, se habla de valoraciones millonarias… todo parece un mundo Barbie de luz y color con emprendedores cuqui, y eso genera que haya muchas personas mirando y analizando con lupa lo que hacen… y muchas envidias.
Por otro lado, son empresas en construcción con elementos aún sin validar, y eso implica posibles cambios de rumbo, contrataciones y despidos masivos cuando no se acierta, fallos y errores en contratos y acuerdos que dejan heridas en partners y proveedores, problemas con socios e inversores, etc., etc., etc.. Vivir en una scale up es vivir en el alambre constantemente, y eso suele generar daños colaterales. Y los afectados, como es normal, hablan de ello y eso puede llevar a la rueda negativa del rumor, y la exageración, y a generar un daño inmerecido a estas compañías.
La clave está en saber diferenciar entre un fracaso (algo normal) o un rumor que se va de madre por la razón que sea… y actitudes deshonestas e incluso delictivas por parte del emprendedor, que también las hay. No siempre es fácil ver la diferencia, pero es vital hacerlo, por el bien de todo el sector.
Resumiendo: es necesario denunciar públicamente a las manzanas podridas y afear a la los emprendedores cuando son deshonestos, sin corporativismos, pero tengamos cuidado con lo que escuchamos y leemos, porque nunca se sabe si lo que nos cuentan como algo cierto es solo un rumor malintencionado, una exageración, o una historia que se ha salido de madre por una mala interpretación. Ante la duda, apoyo siempre al emprendedor, y consultar con los expertos.