La innovación corporativa ya no es tendencia (por decirlo suavemente). Es indudable que las corporaciones han perdido interés en las startups, los síntomas son evidentes si sabes mirar. El último ejemplo y quizá uno de los más contundentes es el cierre de Google Campus, pero no es el único.
Telefónica, que fue pionera en España, hace ya años que dejó de incubar y acelerar startups, aunque sigue invirtiendo con su fondo corporativo (CVC). En la web de Wayra la última convocatoria abierta… ¡terminó en octubre de 2024! Y ni siquiera es una convocatoria propia, es de terceros porque Wayra hace tiempo que se reconvirtió en una consultora para vender servicios de innovación corporativa a otros.

La aceleradora Bar Lab de Mahou-San Miguel dejó de actualizarse en 2020; los bancos ya solo ofrecen servicios a startups como clientes o hacen inversión a con sus CVC; la web de una gran aceleradora que dirigí hace años tiene una convocatoria ya cerrada que lleva a una página vacía; el calendario de convocatorias y actividades para 2026 de un gran campus de innovación lanzado con dinero público y apoyado por varias corporaciones esta totalmente vacío…

Toda aquella fiebre de incubadoras y aceleradoras creadas para apoyar a startups, y ayudar en la transformación de las propias corporaciones, captar talento e ideas, posibles inversiones, partners, etc., casi ha desaparecido (hay excepciones pero pocas, o pasan muy desapercibidas).
La razón evidente es que todo aquello… no funcionó. No había retorno para las corporaciones, más allá del ruido en PR y el impacto en branding al asociarse a algo molón como el emprendimiento. Pero claro, cuando ya todos los hacen, el PR deja de tener efecto, y se pierde el interés.
Pero cabría preguntarse por qué no funcionó.
POR QUÉ LA INNOVACIÓN CORPORATIVA NO FUNCIONÓ EN ESPAÑA
La innovación corporativa no funcionó en España, no había retorno y la mayoría de corps han matado discretamente sus programas. Pero, ¿de quién es la culpa?
Yo diseñé y dirigí durante años programas muy importantes de innovación corporativa y los resultados eran fantásticos: Toyota Europa, Merlín Properties, Unicef, múltiples programas con la Comisión Europea… Hicimos cosas que movieron cimientos, cambiaron mentalidades y se obtuvieron resultados para las corporaciones y para muchas startups, y conozco también otros casos en el sector.
Entonces, ¿por qué la innovación corporativa dejó de interesar?
Salvo honrosas excepciones (hay programas que siguen funcionando y dando resultados), en la mayor parte de programas de corporate innovation faltó visión de largo plazo y compromiso real de los Consejos de Administración.
La primera demostración de que para muchos CEOs era todo postureo fue la elección de los directivos que ponían al frente. En lugar de traer gente con talento, emprendedores que fueran capaces de entender y relacionarse el ecosistema, en muchos casos se nombró a auténticos tuercebotas y lameculos, hijos de familias ilustres o bien relacionados políticamente, vagos redomados o simplemente sin la capacidad y la visión para liderar ni sus propias vidas. Gente que no querían o no podían despedir, pero que tampoco servían para nada. ¿Cómo iba un perfil al que nadie se toma en serio ser capaz de relacionarse con el ecosistema de emprendimiento y liderar la transformación interna de una corporación? Obviamente, ése no era el objetivo.
Pero no siempre la culpa la tuvieron las corporaciones. Hubo intentos serios y buena fé, pero tuvieron mal ojo: se dejaron aconsejar por grandes consultoras que no tenían ni idea de emprendimiento, o por pequeñas agencias que decidieron exprimir la vaca al máximo aumentando los márgenes por el camino de poner al frente de esos programas a junior o incluso becarios con cero experiencia. En este tema me tocó ver cosas increíbles.
Muchas consultoras buscando el dinero fácil vendían resultados rápidos, y en innovación corporativa no hay magia que valga: hay paciencia y largo plazo. Cuando los CEOs veían que la mayoría de startups que impulsaban fracasaban y no había retorno inmediato (que es lo que les habían prometido), empezaron a dudar. Y ahí los stoppers y los haters internos aprovecharon su oportunidad para cargarse cualquier atisbo de innovación.
FALTÓ DINERO Y FOCO EN LO IMPORTANTE: LAS STARTUPS
También faltó dinero para lanzar y sobre todo sostener los programas. Me harté de escuchar las quejas de directores de innovación con presupuestos anuales de 1 millón de euros para invertir en startups y cambiar la mentalidad de decenas de miles de empleados. Con un millón no te da ni para invertir, todos esos programas eran puro postureo. Para hacer algo en serio hacía falta multiplicar ese dinero por 10 o 20 como mínimo.
Es totalmente absurdo, pero la mayoría de CEOs prefieren dejarse decenas de millones en patrocinios de deportes que les molan a ellos en lugar de invertir en startups. Muchas corporaciones se gastan más al año en comprar obras de arte o en la cena de Navidad de la empresa que en invertir en innovación corporativa.
Pero sobre todo faltó lo más importante: poner a las startups en el centro de todo. La mayoría de corporaciones querían retornos a corto plazo, y controlar y dominar con puño de hierro todo, imponiendo condiciones draconianas a las startups o haciéndoles propuestas de mierda: te doy 15.000 euros y a cambio me vendes tu alma y a tu primogénito, ademas del clásico derecho de pernada.
El resultado es que las mejores startups, los mejores emprendedores, huyeron de todo ese ruido. Lo que llegaba a esos programas corporativos era la morralla, las startups del fondo del barril, las que no tenían ninguna posibilidad de triunfar con ayuda o sin ella. Y claro, de aquello polvos estos lodos. Si solo eres capaz de captar basura, el resultado que obtienes no huele precisamente a rosas.
Como siempre dice Javier G. Recuenco, todo es cuestión de incentivos. Si tu propuesta de “ayuda a las startups” está pensada para beneficiarte a ti exclusivamente, si lo que buscas es retornos fáciles a costa de los emprendedores y hacerte la foto para salir en Expansión, pues como que no vas a atraer a mucha gente. El que pueda evitarte, te evitará. El que tenga otra forma de conseguir dinero o apoyos, pasará de ti. Y te quedarás únicamente con los desesperados o con los que no tienen otro pito que tocar. Startups muertas ya desde antes de nacer.
Pero, ¿se puede hacer bien? ¿Hay futuro en la Innovación Corporativa?
Ante los magros resultados la gran pregunta es: ¿se puede hacer innovación corporativa bien? ¿Tiene sentido invertir en ayudar a startups a crecer para ganar posiciones, captar talento, generar oportunidades y cambiar las dinámicas internas de las corporaciones?
Yo estoy convencido de que sí. De hecho, mientras en España tenemos en este momento un erial y parece que nada o casi nada se mueve, en países donde sí se hacen las cosas bien, donde los programas de innovación los dirigen emprendedores, y donde las empresas se toman en serio invertir en innovación, hay casos de éxito. Solo hay que ir a Station F en París para comprobarlo.

En este momento tiene más de 30 programas activos con multinacionales punteras, con involucración de escuelas de negocio y universidades, con apoyo público (pero sin entrar en la gestión), etc.. Es decir, probablemente hay más programas activos en Station F de los que tenemos actualmente en toda España.
Después de 8 años pueden presumir de múltiples startups exitosas, incluso de tener un par de unicornios entre sus alumni, además de unos números que marean.

Así que entonces, poderse se puede. Yo lo viví en España y en programas europeos, y el ejemplo de Station F es contundente: el problema no es la innovación corporativa, el problema es el cómo se ha hecho, es la ejecución (siempre es la ejecución, amigos).
A mí todo esto me recuerda al ciclo de sobre-expectación de Gartner. Creo que ahora estamos en el pozo de la desilusión (esto lo sufren las corporaciones, que no entienden que no les haya funcionado con lo buenos que son ellos en todo, y las startups que han salido MUY escaldadas de todo esto), pero estoy convencido de que los más valientes encontrarán oro en la innovación corporativa en el medio y largo plazo si perseveran. Algunos ya lo están haciendo.

Eso sí, conviene recordar que la innovación corporativa requiere una serie de cosas que MUY pocas corporaciones aplicaron en España. Lo primero, claro, es tomarse en serio la necesidad de transformar tu negocio. Algo muy complejo, pero absolutamente necesario en el entorno actual. Si ya lo era hace 20 años con el mundo digital y la amenaza de las startups, imagina ahora con la avalancha de la IA que lo está cambiando todo a doble velocidad.
Y una vez te lo tomas en serio, necesitas estrategia, visión, compromiso de largo plazo (planes a 5 o 10 años), verdaderas ganas de transformar tu empresa, contratar talento emprendedor y escucharlo y dejarle trabajar, invertir en serio y poner mucho dinero encima de la mesa, ser generoso para ganarse la confianza de un sector muy machacado y, entonces sí, liderar, liderar, liderar. Así es cuando llegan las verdaderas oportunidades y la transformación interna.
El retorno no será inmediato, claro. Si se busca un retorno financiero a corto plazo, mejor olvidarse, la inversión en startups tiene que ser consistente y a 10 años para obtener beneficios. Pero sí se pueden obtener muchos beneficios intangibles en el corto plazo: transformación interna, captación y retención de talento, lanzamiento de nuevos productos y servicios en colaboración con startups, generación de ideas, liderazgo en el sector, etc..
Todo ello es viable. Y ahora que la espuma ha bajado y ya no está de moda, es el momento de aprovechar las oportunidades. Es el momento de poner ambición y ganas para que los más listos ocupen el espacio que han dejado los demás.





