Vivimos en la sociedad de los atajos: adelgazar o ponerse cachas sin hacer deporte, tener títulos sin estudiar, hacerse rico sin trabajar, y emprender sin arriesgar. Y los que buscan atajos son carne de estafa, de caraduras que prometen lo imposible a cambio de dinero, pero es justo lo que esa gente quiere escuchar. 🤷♂️
En el mundo de la formación la tentación es grande, como hemos comentado en anteriores capítulos: conseguir un título universitario, o tener un señor máster, por menos de 1.000 € (o incluso por menos de 500). Y además, a tu ritmo, dedicando ratitos, y sin ningún profesor dándote el coñazo para que hagas las cosas bien y aprendas de verdad. Lo de esforzarse no se lleva, y hay más doping que nunca, también en la educación.
Obviamente los cursos que ofrecen esa panacea son, en el peor de los casos, una estafa. Y en el mejor, cursos generalistas y teóricos con escasísima aplicabilidad práctica, pero te los venden como si te fuesen a cambiar la vida. Y no, lo único que cambia es el dinero, de tu bolsillo al de estos “listos”.

Esta formación low cost la compra gente que se cree más lista que los demás porque ha encontrado un atajo «barato”, que luego se demuestra que ni era atajo ni era barato. El timo de la estampita repetido una y otra vez. Y como pasa con todas las estafas, casi nadie denuncia porque eso es reconocer que eres idiota, y que tu título no vale ni el papel usado para imprimirlo.
El caso es que casi nadie se queja de la formación de baja calidad, cuando es una evidencia que existe. Hay tres grandes razones para la falta de quejas:
1. No sabes lo que no sabes, no has vivido otra cosas, y puedes creer que lo que estás aprendiendo y cómo lo estás aprendiendo es guay. Es formación “homeopática”, que no hace daño de forma directa, pero que hace que no vayas a la formación real, porque crees que con eso es suficiente. Y eso es lo que te perjudica.
2. Cuesta mucho reconocer que te has equivocado, que te han engañado. Y si cuesta admitirlo para uno mismo, mucho más hacerlo público. Así que si te preguntan, «sí, todo genial».
3. Hay gente que busca la ley del mínimo esfuerzo y un título, y con eso les vale aunque la formación sea una 💩.
Y así, poco a poco, se está creando una enorme bolsa de profesionales “teóricos” que se forman viendo vídeos pero no saben hacer la o con un canuto, y que van a sufrir enormemente en lo laboral los próximos años. Y que van a hacer muchísimo daño al tejido empresarial, porque vienen dopados con títulos y conocimientos «fake», y hasta que la empresa lo detecta el daño puede ser terrible.
Al final vamos a tener una sociedad con dos tipos de profesionales. Los bien formados porque se han esforzado y han sabido elegir instituciones serias para educarse, y los que tienen solo un título que no vale ni el papel en que está impreso.

Como publicó hace poco Jose Betancur:
“Construimos pedestales para estos ilusionistas porque personifican lo que secretamente deseamos: que exista un atajo, que la complejidad pueda simplificarse, que podamos saltarnos los años de aprendizaje doloroso y el trabajo constante.
La verdadera transformación (digital o de cualquier tipo) nunca ha sido rápida ni sencilla. Es un maratón de pequeños cambios, cultura renovada, y sí, tecnología, pero principalmente personas comprometidas con un proceso imperfecto y largo.
Los vendedores de humo no venden soluciones. Venden la ilusión de que el cambio puede ser indoloro”.
O como me dijo otro colega en privado:
“Cada vez esta más vigente el efecto Dunning-Kruger, y lo que es peor, que muchos no se dan cuenta porque al haber realizado el MBA de 20 horas del Sr. No-Se-Que se ven capaces de debatir/opinar, etc o ganarse la vida ofreciendo sus servicios y gracias al corta pega de articulos «pirateados»+chatgpt+email marketing» te haces una cartera de clientes a los que «asesorar«.
Al final conseguir a ese cliente tal vez lo hagan pero ¿para hacer qué ? ¿En qué le pueden ayudar si no saben?”.
Al final todo esto va a generar un daño doble a la Sociedad: por un lado a las empresas, que tendrán que intentar filtrar a este tipo de perfiles dopados con títulos vacíos, y por otro el daño que se hacen a sí mismos, porque acabarán en el paro tarde o temprano. Y luego vendrán los lloros.
Próximamente, hablaremos de cómo diferenciar la formación low cost de la formación de calidad. Mientras, consulta otros artículos de la serie: