La búsqueda de la independencia financiera, o escapar de la “rat race”, son conceptos muy habituales entre la generación Z. Quizá por eso es la generación más emprendedora de la historia, con nada menos que un 39% de ellos declarando su intención de emprender. Muchos jóvenes han comprendido que el emprendimiento es la mejor salida a la situación de insatisfacción que viven, abocados a trabajos inseguros y mal pagados, o a un funcionariado que no les llena.
Es una generación bien formada, han sufrido la pandemia de una manera especial, y han visto cómo sus padres y abuelos se matan a trabajar y se pierden lo importante de la vida. No quieren eso para ellos, y por eso rechazan trabajos y se alejan de las formaciones convencionales como las que ofrecen las universidades.
En parte, también hay que decirlo, se han visto influenciados por ciertos gurús de Youtube o TikTok que aseguran conocer la receta mágica para triunfar emprendiendo, y les venden desde estafas piramidales hasta alocadas inversiones en criptomonedas de lo más variopinto, pasando por cursos que te prometen hacerte rico impartidos por gente cuyo único mérito es ganar dinero estafando a otros.
El emprendimiento no está libre de la promesa populista de soluciones fáciles a cosas complejas, porque por desgracia mucha gente busca atajos, o salidas alternativas a lo “oficial”, y eso es caldo de cultivo idóneo para los vendedores de aceite de serpiente que prometen riquezas sin apenas esfuerzo.
El concepto del Emprendimiento Pasivo
La idea de emprendimiento que tienen los Z está muy alejada de la de generaciones pasadas. Nosotros estamos acostumbrados a que implique trabajar sin descanso, renunciando a estar con familia y amigos. Construir una empresa rentable lleva años de inversión y esfuerzo. Pero estos nuevos aspirantes a emprendedores no asumen que eso sea necesario, al contrario.
Y los Z no están solos. A ellos se unen legiones de directivos de mediana edad cansados del juego corporativo, y conscientes de que cualquier día les pueden dar la patada, y también freelancers mal pagados hartos de trabajar sin que se valore su esfuerzo. Todos ellos querrían poder tener el control de su vida a través del emprendimiento, y para eso no hay edad.
Lo que quieren es crear empresas que no demanden atención, que les permitan conciliar y dedicarse a lo que realmente les gusta, sea el macramé, jugar al Fortnite o estudiar una nueva solución al teorema de Fermat.
Es decir, quieren crear empresas que se puedan auto gestionar, que impliquen poca dedicación, y que les generen los ansiados ingresos pasivos que les traiga la independencia financiera.
Ingresos pasivos + independencia financiera es la clave de esta ecuación. Por eso he acuñado el término de “Emprendimiento pasivo” para definir a este fenómeno, a este nuevo tipo de emprendor que no busca salir a bolsa, ni la venta de la empresa, ni tener cientos de empleados o cambiar el mundo: no, lo que buscan los emprendedores pasivos es crear empresas que generen ingresos de forma recurrente sin matarse a currar ni tener complicaciones.
Además quieren hacerlo invirtiendo lo mínimo posible, en gran medida porque no tienen dinero. Por eso no han recurrido a la fórmula clásica de generación de ingresos pasivos, muy explotada por los boomers con recursos: la inversión inmobiliaria o en activos financieros. Ese camino está vedado para la mayoría de los Z y de los millenials.
El Emprendimiento Pasivo debe ser Emprendimiento Low Cost
Así que no solo buscan ser emprendedores pasivos, si no que encima quieren hacerlo con un modelo low cost, de bajo coste, porque no tienen dinero para invertir, y tampoco quieren arriesgar demasiado. ¿Estamos ante la cuadratura del círculo o es realmente posible conseguirlo?
La buena noticia es que ejemplos de éxito de emprendimiento pasivo y low cost hay, y muchos.
Hoy en día la tecnología ha evolucionado de tal manera que una persona desde su habitación puede crear una empresa y empezar a facturar en tiempo récord con inversiones ridículas.
La democratización de las plataformas de publicación (WordPress, Webflow, etc.), de los programas de diseño (Figma, Canvas, etc.), de la publicidad online (Google Ads, Meta…), de todo tipo de software empresarial en formato SaaS (desde ERP hasta CRMs pasando por programas de facturación…), de los sistema de pago online, etc., permiten que una persona con los conocimientos necesarios pueda crear una empresa de forma MUY barata y muy eficiente en cuestión de días.
Hablamos de poder crear algo con unos pocos cientos de euros. Algo impensable hace pocos años.
No hablamos de generar ingresos sólo con suscripciones o publicidad como podría hacer un influencer, eso es la excepción, además de ser de todo menos pasivo. Hablamos de crear negocios de verdad, marcas de consumo, herramientas licenciadas, medios y contenido patrocinado, negocio editorial, comparadores de productos o servicios, agencias digitales y muchos otros modelos de negocio que permiten una gestión estratégica que te librará de muchísimo tiempo cuando funcionan.
Y en esto llegó la IA que los emprendedores pueden usar para agilizar sus procesos. Si antes lanzar un idea o proyecto requería una dedicación de 100 horas, ahora se puede hacer en 10. La IA es como tener ayudantes que ejecutan tareas rutinarias a una fracción del costo. Diseño, redacción, crear código (si fuera necesario, que no suele serlo) y hasta atención al cliente.
De hecho, ya se ha empezado a hablar de las “One-person Billion-dollar Company» o empresas del billón (americano) de dólares de una sola persona gracias a las herramientas de IA, un concepto acuñado por Sam Altman que aún no es realidad pero podría serlo en el futuro cercano. Aunque no es eso lo que buscan los Z.
La mala noticia: hay que currárselo, y no va a ser fácil
La mala noticia: te lo vas a tener que currar y vas a tener que aprender un poco de muchas cosas, no va a ser fácil.
También tendrás que aprender a tener una relación muy sana con los negocios, no tratarlos como si fuesen tus hijos, pueden morir por infinidad de factores externos, puedes venderlos o puede que sean demasiado demandantes y prefieras dar un giro o cambiarlo por completo. Es algo muy dinámico.
Cuando inviertes en pisos o locales para alquilar, también requieren un cierto nivel de trabajo: atender los problemas de los inquilinos, buscar otros cuando se van, hacer reformas para mantener su atractivo o incluso incrementar el potencial de ingresos, buscar nuevas oportunidades… pues con el emprendimiento pasivo ocurre lo mismo.
Pero hay que empezar por algún sitio, y crear una empresa, por pequeña y sencilla que sea, e intentar que sea semi-automática, conlleva trabajo. Quizá no mucha inversión, pero sí vas a tener que meter muchas horas al principio.
Y te vas a equivocar. Tendrás que crear 20 proyectos y desechar 19 para que uno te funcione. Pero según vayas aprendiendo, irás mejorando y cada vez te resultará más fácil. Primero conseguirás un negocio que te genere 200 euros de beneficio al mes, luego llegará otro de 500… y así hasta que cumplas tus objetivos.
Pero es posible. Una persona formada, conocedora de las herramientas digitales, con capacidad analítica y de trabajo, y con una inversión reducida, podría estar creando negocios rentables y pasivos en pocos meses. Lo que, en mi opinión, es una excelente noticia.